“En tres meses el desempleo cayó a la mitad, el empleo adecuado se duplicó, y más de 800.000 personas salieron del desempleo”, dijo recientemente el presidente Lenín Moreno.
Una penosa declaración sin sentido ni credibilidad alguna.
Por otro lado, también hace poco, David Muñoz, coordinador general de calidad estadística del INEC, destacó que “es necesario generar una cultura estadística en el país para que la ciudadanía comprenda y utilice adecuadamente la información que produce el INEC”.
Hay que empezar por culturizar al Presidente. Comparar las cifras de los dos últimos resultados de la encuesta de empleo es inapropiado. Carece de toda rigurosidad técnica y es un intento deliberado de manipular a la opinión pública sobre el tema laboral.
Veamos algunos detalles.
En su reporte sobre los resultados, el INEC advierte que la metodología de levantamiento de la Enemdu de septiembre 2020 fue 98,9% con encuestas cara a cara y 1,1% mediante llamada telefónica.
El mismo reporte del mes de julio advierte que en aquella ocasión la encuesta fue 100% telefónica. Tradicionalmente se la ha realizado 100% cara a cara. La diferencia es tal que incluso la cantidad de hogares/viviendas encuestadas cambia.
Aún más, el INEC añade que: “La comparabilidad entre periodos será motivo de estudio con el apoyo de una investigación paralela para identificar posibles efectos y ajustes para garantizar su inclusión en la serie histórica”.
Es decir, tal es la diferencia metodológica que los dos últimos resultados no pueden ni siquiera considerarse parte de la serie histórica de las cifras de empleo.
Es claro que comparar las cifras de empleo de julio y septiembre es totalmente incorrecto debido a las diferencias metodológicas en el levantamiento de la información.
Y siendo más rigurosos aún, son incomparables con todos los demás resultados históricos.
Otro aspecto importante a conocer es que las encuestas de empleo son una “foto” de la situación laboral del mes en el que son realizadas. No es el resultado del trimestre o del año como se podría pensar.
Además, el diseño de las preguntas (aunque internacionalmente aceptado) podría provocar sesgos en la interpretación de la información declarada por los entrevistados en situaciones de extrema incertidumbre, como la que vivimos durante la suspensión absoluta de las actividades productivas.
Por ejemplo, un trabajador que no fue despedido pero que no había laborado ni recibido ingreso, pero buscó empleo o algo qué hacer, pudo fácilmente ser catalogado como desempleado en la encuesta telefónica. Y si no lo buscó, como inactivo y ser excluido de la Población Económicamente Activa (PEA).
Ciertamente, la comparación más aceptable, aunque estrictamente incorrecta todavía, es con septiembre de 2019.
Ahí se observa que 676.856 personas dejaron la PEA y pasaron a la inactividad. Además, hubo 522.620 nuevos desempleados.
Donde el Presidente ve que 800.000 personas salieron de desempleo, yo veo que 1.199.476 personas se cansaron de buscar trabajo o no lo tienen.
Mi pregunta, y la de la mayoría de los ecuatorianos, es ¿dónde está el empleo que dice el Presidente? A ver, dijo el ciego.
Publicado en Primicias Ec https://www.primicias.ec/noticias/firmas/donde-esta-empleo-habla-presidente-ecuador/
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