La regulación tributaria es un determinante fundamental para el desempeño económico de los países. Y no solo en lo concerniente a tasas y presión fiscal sobre empresas y personas, sino también en cuando a la sencillez y rapidez para cumplir con las obligaciones. Debe ser competitiva y neutral.
Una investigación sobre los sistemas tributarios en los países desarrollados (OCDE) determinó que las tasas de impuestos corporativos son más dañinas para el crecimiento económico que aquellas a la renta personal y al consumo. Un código tributario competitivo mantiene baja la tasa del impuesto marginal.
Por otro lado, un código tributario neutral maximiza los ingresos fiscales con la menor cantidad de distorsiones económicas. Es decir, no favorece el consumo sobre el ahorro, como ocurre con los impuestos a la inversión y al patrimonio.
También implica pocas o ninguna exención fiscal particular para actividades específicas, ya sea de empresas o personas.
En esencia, una regulación tributaria competitiva y neutral promueve la inversión y el crecimiento económico sostenido, al tiempo que genera suficientes recursos para las prioridades de gobierno (como educación, salud y seguridad).
El problema surge cuando se va en la dirección contraria. A medida que las normas tributarias se vuelven más complejas se tornan menos neutrales y poco competitivas.
En Ecuador, por ejemplo, hay tasas especiales de impuesto a la renta para banano, descuentos para nuevas inversiones en sectores específicos, castigos para inversiones con sistemas con menor imposición, así como impuestos especiales para telecomunicaciones y banca.
Y, por si fuera poco, una serie de impuestos abusivos a consumos especiales y el Impuesto a la Salida de Divisas con exenciones privilegiadas. Prácticamente no hay neutralidad.
Todo lo anterior impacta directamente a la competitividad y a la calidad de vida. Ahí están los chicos caminando dos horas para agarrar señal y recibir sus clases a través del celular, sentados en la calle. Un ejemplo clarísimo del poco desarrollo tecnológico y de la limitada cobertura de telecomunicaciones en el país.
También vemos el alto costo financiero provocado por un pesado sistema impositivo y la hiper regulación que impide la internacionalización y la competitividad del sistema financiero.
Según el más reciente Índice Internacional de Competitividad Tributaria 2020, elaborado por la Tax Foundation, Estonia posee el código tributario más competitivo y neutral de los países de la OCDE.
Una tasa de 20% de impuesto a la renta a las empresas que se aplica solo a las utilidades distribuidas, y una tasa flat de 20% de impuesto a la renta para las personas, que excluye los dividendos, son sus principales virtudes.
Además, exonera el 100% las utilidades ganadas en el exterior por empresas locales.
En Ecuador es urgente una reforma tributaria técnica y apolítica. Pero lamentablemente en las autoridades persiste el enfoque recaudatorio en lugar de los conceptos de competitividad y de neutralidad aquí expuestos. La misma visión contable propuesta por los multilaterales.
Transformar el sistema tributario integralmente no es tarea fácil. Pero es hora de empezar a dar los primeros pasos promoviendo la competitividad y la neutralidad que nos traigan crecimiento sostenido y los recursos que necesitamos para atender a los más pobres.
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