Por estos días se habla de las gestiones del Gobierno de Ecuador en Estados Unidos para avanzar hacia un tratado de libre comercio. Muy bueno eso, pero llevamos al menos unos tres años tratando de concretarlo. Y mínimo tomará un par más. ¿Por qué seguir esperando tanto?
Ecuador es uno de los países del continente más cerrado al mundo. Todos los índices muestran que en Ecuador hay mucho por hacer en apertura comercial. Solo Venezuela, Bolivia y Paraguay aparecen después de nosotros en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial.
Siendo más puntuales, Ecuador ocupa la posición 130 de 141 países en el pilar de apertura comercial del ranking. Esto quiere decir que está prácticamente en el top 10 de países más proteccionistas del mundo.
Veamos los factores que provocan que nos vaya mal en competitividad y en apertura comercial.
Posición 137 en prevalencia de barreras no arancelarias. Se trata de todas las trabas para-arancelarias para restringir el comercio. Son todas aquellas murallas levantadas en nombre del tecnicismo. Aquí entran los Reglamentos Técnicos (RTE) del INEN, o más conocidos como los reglamentos INENficientes. Entra también toda la tramitomanía excesiva de ARCSA, o las pasadas intenciones de timbres cambiarios o paquetasas (tasa de control aduanero) cuya única finalidad es obstruir el comercio internacional. Estamos en el top 5 de los trabadores del comercio.
Posición 118 en tarifas arancelarias. Aquí hablamos de los aranceles, de aquel impuesto que se cobra por el simple hecho de importar. Aquellos que existen porque sí o porque a alguien se le ocurrió que debía tener un privilegio en desmedro de los demás. Los carros, el champú, la ropa, los electrodomésticos, la comida, casi todo lo que se le ocurra tiene aranceles. De hecho nuestro arancel promedio es del 9,5%. En Perú y Chile es del 1%.
Posición 89 en complejidad arancelaria. A esta se acude cuando no alcanza ni con las trabas INENficientes ni con los aranceles. Aquí pudiéramos considerar a los aranceles mixtos. Esos que escoden un arancel salvaje en una fórmula engañosa. No se cobra impuestos solo por traer algo sino, además, por el peso, metraje y hasta por el contenido. Por ejemplo, la carga arancelaria efectiva podría llegar hasta casi 50% en zapatos, textiles y cerámicas para piso.
Lo que más lamento de esto es que absolutamente todo depende exclusivamente del poder Ejecutivo. Es decir, que lo único que se necesita para cambiarlo es voluntad y convicción.
Esto me lleva a una sola conclusión: en el Gobierno no hay nadie plenamente convencido del libre comercio, ni uno solo. De lo contrario, hace rato habrían eliminado tanta traba.
Tal es la falta de convicción que un día aprueban la subida de aranceles para televisores y un par de semanas después la eliminan.
Merecemos un Presidente que llegue y elimine trabas INENficientes, baje aranceles y elimine los aranceles mixtos desde el primer día. Afortunadamente, sí hay un candidato así.
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