Los hechos vandálicos de octubre de 2019 marcaron un antes y un después para Ecuador en el mercado financiero internacional. El índice de riesgo país no se ha estabilizado tras eso. Esta semana ya superó los 1,400 puntos (Actualización: 6 de marzo 2020: 1,979 puntos). ¿Cómo nos afecta a los ecuatorianos?
Vamos de lo macro a lo micro. El principal efecto macro es sobre el costo del financiamiento externo. Entre más alto es el riesgo país, más caro y difícil es acceder a créditos en el extranjero. Y aunque este indicador es mucho más influenciado localmente por el manejo fiscal del Gobierno, afecta también a las empresas privadas por muy solventes o sólidas que sean.
¿Cuánto más caro? El índice de riesgo país es usualmente el diferencial o spread en relación a los bonos “libre de riesgo” del tesoro de los Estados Unidos. Entonces, un crédito podría llegar a ser hasta 14 puntos porcentuales más caro, tanto para el sector público como para el privado. Pagan justos por pecadores.
Las complicaciones para el erario fiscal han sido ampliamente discutidas y son bastante directas. El Gobierno tiene un déficit y deudas qué cubrir, para lo cual necesita deudas externas e internas. Y si el financiamiento externo es caro y difícil de acceder, entonces no cubres el déficit o no pagas a tus acreedores, o ambas.
Por el lado privado también hay consecuencias, aunque no tan dañinas. Las empresas privadas también buscan créditos en mejores condiciones en el exterior para sus inversiones. Más plazo y menos tasa. Pero dado que sus operaciones (ingresos) dependen de la realidad nacional, terminan contagiadas por el riesgo país. Por lo tanto, también les suben las tasas de los créditos.
Esta situación no solo perjudica a las empresas vigentes sino incluso a las que quisieran o pudieran instalarse en el país. Es decir, a la inversión extranjera. Un mayor riesgo local, implica además la necesidad de recuperar las inversiones más rápido. Lo que se traduce en un mayor retorno anual del negocio. Tal requerimiento suele llegar a niveles tan inviables que ahuyenta la tan anhelada inversión extranjera.
Otro grupo impactado es el bancario, que tiene como fuente de fondeo los créditos internacionales. Es decir, piden prestado en el exterior para capitalizar más créditos a sus clientes locales. De hecho, en el 2019 los bancos privados obtuvieron $1,000 millones de inversionistas extranjeros para capitalizar más de $400 millones de créditos. Sin estas operaciones, el crédito al sector privado no habría podido crecer tanto, dado que los depósitos solo crecieron 8%. Todo esto fue posible gracias a la caída radical del riesgo país durante los primeros meses del acuerdo con los multilaterales (FMI). Fin de lo macro.
Todo lo macro llega a lo micro. Si el Gobierno no tiene suficientes recursos entonces habrá más acreedores a los que no pague: empleados, contratistas, bonos, y demás acreedores locales. Si las empresas privadas no obtienen crédito, no crecen y no pueden crear empleo. Si se complica el crédito para los hogares y microempresarios, se restringe el consumo y empleo. Y si cada vez más gente no tiene empleo y reduce su consumo, aumenta la pobreza y la crisis económica.
De modo que tarde que temprano el riesgo país terminará afectando al ciudadano de a pie. El Gobierno se ha seguido endeudando para pagar todos sus acreedores, la banca privada ha traído dinero a grandes condiciones para seguir otorgando créditos, y las empresas grandes también han logrado obtener recursos.
Pero no es una situación sostenible por mucho tiempo. Hay que ajustar las finanzas públicas.
Publicado originalmente en Primicias.
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