El Gobierno celebró por todo lo alto el cierre con éxito de la renegociación de la deuda soberana. Y no es para menos. Lograr un alivio de más de $16,000 millones por los próximos 10 años en el flujo de pago de deudas es positivo para el país, sin duda.
Pero se trata solamente de la punta del iceberg. Por delante queda por resolver el problema económico y fiscal que atraviesa Ecuador. Y la verdad es que no es tarea fácil.
La economía será diezmada este año. Lo que significa $10,000 millones menos en producción. Para tener una idea, $10,000 millones es lo que se gasta en todo un año de sueldos y salarios en el sector público no financiero. Es más o menos lo que se recaudará este año por impuestos tras los efectos de la pandemia. Es muchísimo dinero.
En los ocho meses que han pasado del año se han perdido 297 mil empleos. Esto equivale a toda la población de la provincia de Cañar, o a la del cantón Durán, en Guayas. Esa es la magnitud de las personas que han perdido su empleo este año. Es un problema social muy grave.
En lo económico también es un desafío el problema fiscal. Este año el Estado tendrá el hueco fiscal más grande de la historia reciente. Si se le añade amortizaciones, se necesitarán unos $9,000 millones. Financiarlos no será fácil. Parte del financiamiento serán unos $2,500 millones de pagos que quedarán pendientes para el próximo año. Fundamentalmente a proveedores.
Todos estos problemas económicos se reflejan en complicaciones sociales. La falta de recursos e ingresos deteriora el bienestar de las personas y sus familias. Atenciones de salud y educación aún más deficientes. Aumento de la inseguridad ciudadana en las calles.
La consecuencia final es un aumento en la incidencia de la pobreza, estimo que al menos 30% este 2020. Prácticamente un tercio de la población. Muy preocupante.
Salir de este bache no será sencillo. Y si bien buena parte de todos estos efectos son atribuibles al impacto imprevisto de la pandemia del Covid-19, mucho tiene que ver con la falta de prudencia y derroche del gobierno pasado que nos dejó indefensos ante este tipo de crisis. Revertir las consecuencias de más de una década de pésima administración económica tomará algunos años.
En este sentido, la renegociación de la deuda es un paso positivo. El primero en muchos años. Pero no puede ser el único. Eliminar el gasto público improductivo es indispensable, así como lograr eficiencia en el gasto social.
Los recursos del Estado deben estar enfocados exclusivamente a atender las necesidades del 30% más pobre. Para los demás, es indispensable garantizar un ambiente propicio para el emprendimiento y los negocios. Así se genera empleo y riqueza, y se reduce la pobreza.
¿Y ahora qué? El cambio debe ser de fondo. Tenemos que acabar con el modelo del Estado paternalista.
Publicado originalmente por Primicias.
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