Ecuador atraviesa una complicada situación. Las tormentas vienen por todos los frentes. La crisis interna se ha visto seriamente agravada por varias crisis externas. Esto ha apresurado al Gobierno a tomar medidas, otra vez.
Para entender lo que sucede pensemos un momento en el escenario soñado en el que la economía no estuviera tan golpeada.
Año 2007, empieza a subir el precio del petróleo. El recién instalado Presidente decide fortalecer los fondos petroleros e implementar, por primera vez, un modelo de presupuesto de balance estructural. Es decir, establecer un monto máximo de recursos del petróleo que se van a gastar. Todo lo demás deberá ahorrarse para épocas de crisis. Así pasamos la crisis del 2008.
Vuelve a subir el petróleo hasta el 2014, sigue ahorrando los excedentes. Llegamos al 2020, el corona virus amenaza la economía mundial desde China, conflictos geopolíticos derrumban el precio del petróleo. El nuevo Gobierno en Ecuador saca dinero del fondo de ahorros para paliar los efectos económicos, el país no sufre mayores consecuencias.
Eso sucedió en el universo paralelo del Ecuador con prudencia fiscal, buena administración pública y con gobernantes que sabían que las vacas gordas no duran por siempre.
La realidad fue todo lo contrario. Se gastó el fondo petrolero en el 2008. No se ahorraron los excedentes hasta el 2014. Se financió el gasto excesivo con deudas a corto plazo. Tampoco se hicieron los recortes a tiempo. Ahora no existen recursos disponibles y el endeudamiento está carísimo. Esta es la realidad.
La responsabilidad es compartida. Del gobernante anterior que se gastó, literalmente, hasta el dinero del futuro. Y del gobernante actual que esperó el final de su periodo para realizar ajustes. De esto sí se tenía absoluto control.
Ahora los problemas vienen de afuera, y obviamente, están fuera de nuestro control.
¿Qué está pasando? Hay dos momentos clave. El primero es el efecto mundial del corona virus. Con China parada, baja la demanda de múltiples productos ecuatorianos y del petróleo. Caen las ventas y caen los ingresos petroleros. Duro, pero manejable. Después de todo los camaroneros han crecido a dos dígitos varios años. ¿Tampoco previeron vacas flacas? Asunto de ellos.
El segundo momento es el agravante. El jueves y viernes pasado no hubo acuerdo en la reunión de la OPEC y sus aliados para bajar la producción y equilibrar el precio. Rusia se opuso al acuerdo y tumbó el mercado. Luego Arabia Saudita dijo que más bien aumentaría su producción el próximo mes y derrumbó el precio. El lunes el petróleo sufrió la más grande caída (porcentual) desde 1991. Se trata de una pugna geopolítica, de poder y de mercado. Esta es la caída más fuerte (24%) y no tiene nada que ver con el corona virus. Todo esto es temporal, pasará.
Ahora el Gobierno plantea, otra vez, bajar el gasto agresivamente. Suena tan agresivo que suena poco real. Además, sería tan abrupto que agravaría aún más los servicios públicos. Despiden personas sin eliminar trámites y sus funciones. También subirá, otra vez, impuestos. No eliminan el subsidio a gasolina pero exprimen lo carros con aranceles, ICE, ISD, IVA, impuestos, matrículas, etc. Y claro, también, otra vez, más deuda.
Quizá está aprovechando la pandemia del corona virus y su temor para aplicar recortes radicales y dolorosos. Pero, otra vez, es para solucionar sus finanzas y apariencia, no la de los ecuatorianos.
Publicado originalmente en Primicias.
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